A veces, las prácticas que se han utilizado para la prevención de plagas o enfermedades no son suficientes, por lo que puede ser necesario algún tratamiento que equilibre el sistema y controle un problema concreto. Por eso, en agricultura ecológica están permitidos ciertos productos, utilizables para estos casos.
Entre los problemas de enfermedades que podemos encontrarnos en el viñedo de nuestro entorno destacan los ataques por hongos como mildiu, oídio y botritis; y en cuanto a las plagas, la polilla del racimo y los ácaros.
El mildiu (Plasmopara vitícola) es un hongo que ataca todos los órganos verdes de la viña y que se propaga en ciertas condiciones pluviometricas (superior a 10 mm) y de temperatura (mayor de 10°C).
Para el control del mildiu se utilizan principalmente productos a base de cobre, aunque la normativa europea limita el uso de cobre (desde el 1 de enero de 2006) a 6 kg/ha de cobre metal, con el fin de evitar la contaminación del suelo con este metal pesado. El caldo bordelés (sulfato de cobre) y el oxicloruro son los productos más comúnmente utilizados. Como tratamiento de choque para heridas se puede utilizar hidróxido de cobre. El cobre puede presentar fitotoxicidad a bajas temperaturas y alta humedad y puede afectar al cuajado si se aplica durante la floración (Girald, 1999).
En la prevención de mildiu también se pueden utilizar extractos de compost, así como preparados de ciertas plantas (como ortiga, cola de caballo, ajo y cebolla) y de algas.
El oídio (Uncinula necator) se suele tratar con azufre, ya sea en polvo o mojable. El azufre también tiene efecto contra los ácaros (arañas rojas y amarillas y otros). Hay que tener cuidado también con el azufre porque si la temperatura es mayor de 30°C puede causar quemaduras en las vides.
Tanto el cobre como el azufre pueden afectar a las levaduras y bacterias naturales que viven en la superficie de las uvas, por lo que habrá que tener cuidado con su uso si se pretende obtener vinos de alta calidad.
La botritis (Botrytis cinerea) no tiene un tratamiento eficaz en producción ecológica, por lo que se recomienda la prevención mediante aclareos, reducción del vigor y el control del oídio y de la polilla del racimo, debido a que las heridas que causa en los frutos son posibles vías de entrada de la infección.
La polilla del racimo o de la uva (Lobesia botrana) puede ser una plaga de gran importancia, dependiendo de la zona. Para su control es muy importante realizar un seguimiento de su presencia, que permita calcular el momento idóneo de tratamiento; en este caso se utilizan trampas con atrayente sexual. No suele recomendarse el tratamiento en la primera generación salvo en casos de presencia importante.
Para control de la polilla se utiliza Bacillus thuringiensis, realizando un tratamiento tras la puesta de los huevos (de la segunda generación), justo antes de su eclosión y repitiéndolo antes de que finalice el periodo de permanencia del producto (12-15 días). Este tratamiento sólo es efectivo en larvas jóvenes y por ingestión, por lo que la adición de azúcar al preparado suele mejorar su efectividad. También es conveniente realizar este tipo de tratamientos temprano por la mañana o avanzada la tarde, ya que se degradan fácilmente con la luz del sol. Otra forma de control es mediante confusión sexual, saturando el aire del viñedo con feromonas (atrayentes sexuales), aunque esta técnica pierde efectividad en parcelas pequeñas y puede tener un coste alto; de hecho, no se recomienda en parcelas menores a 5 ha (Labrador, 2004). Ácaros. Los ataques de ácaros (arañas rojas y amarillas) no suelen suponer un grave problema en viticultura ecológica, como tampoco otras plagas secundarias de la viticultura convencional. Por un lado, los tratamientos de azufre ya disminuyen estas poblaciones; pero además, la mayor presencia de insectos y ácaros beneficiosos (crisopas, avispillas parásitas, ácaros fitoseidos, etc.) colabora en mantener estas plagas bajo control (Kreiter, 2000). El manejo de plagas y enfermedades debería entenderse también dentro de la gestión general del viñedo: nutrición equilibrada de la vid, presencia de diversidad vegetal y animal y una vigilancia activa que determine el momento adecuado de tratamiento, si es necesario.